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  MADRID
 
 
 
 
Urbana, cosmopolita, moderna, acogedora... son algunos de los adjetivos de los que presume la ciudad de Madrid. Pero claro está, no siempre fue así. En sus más humildes orígenes Madrid fue un asentamiento en el que primaba la caza, el pastoreo y la agricultura. De ese Madrid campesino al Madrid de hoy ha llovido mucho. Madrid no llega a tener importancia hasta la época musulmana, allá por el siglo VIII. Hasta entonces, los romanos y los visigodos habían estado por aquí pero de paso, por ser un cruce de importantes vías de comunicación hacia Mérida, Zaragoza o Córdoba (p.e. en Titulcia). El asentamiento, de apenas 9 hectáreas, adoptó el nombre de Matrice (madre de las aguas) debido a los pequeños riachuelos y arroyos que desembocaban en el río Manzanares, nombre que más tarde bautizarían los árabes con el nombre de Magerit. Durante la época musulmana, Madrid es una auténtica fortaleza defensiva de Toledo ante los posibles ataques cristianos, estando dotada de su Alcázar, que fue destruído en un incendio y en cuya ubicación se sitúa hoy el Palacio Real. Finalmente, tras la conquista de Alfonso VI en el siglo XI, Madrid se convierte en cristiana y en ella conviven moros, judíos y cristianos.
CAPITAL DE ESPAÑA
Madrid siempre ha estado muy ligada a la realeza, primero con la Casa de los Austrias y más tarde con la Casa de los Borbones. Los monarcas elegían esta ciudad como lugar de retiro para practicar a sus anchas su mejor pasatiempo: la caza. Después bajo el reinado de Felipe II fue designada sede permanente de la Corte en detrimento de Toledo, que hasta entonces había sido el centro de la vida política y social. Aunque no será hasta 1606 cuando se convierta definitivamente en capital del reino. 
Durante la época medieval, y con la Corte ya instalada, Madrid empieza a crecer. Así, de los apenas 3.000 habitantes que tenía, pasa a engrosar la cifra de 14.000 en 1571 y 40.000 a finales del siglo XVI. El máximo esplendor de la urbe llega durante el siglo XVIII de la mano de Carlos III el cuarto Borbón que reina en España. Con él se renombran calles, plazas y paseos. Se acondiciona el alumbrado público, el alcantarillado, la pavimentación... Se crea el papel moneda y se culminan los grandes monumentos de Madrid: la Puerta de Alcalá, el Palacio Real, las fuentes de Cibeles y Neptuno, Correos, el paseo del Prado, el Jardín Botánico... A pesar de que la ciudad se ha caracterizado siempre por su actividad agrícola, es en el siglo XIX cuando se convierte en el centro financiero en España y empieza a emerger la producción industrial. Este crecimiento va unido a un proceso inmigratorio que hace multiplicar por diez la población. 
Por desgracia, también ha sufrido el horror de las guerras: la de la Independencia en 1808 frente a los franceses, la Guerra Civil en 1936, que enfrentó a dos bandos: los nacionalistas y los republicanos, y su implicación en mayor o menor medida en las dos Guerras Mundiales. La época contemporánea se alterna con repúblicas y dictaduras, como la más extensa del General Francisco Franco, que gobierna España durante 44 años. A la muerte del dictador, se instaura de nuevo la dinastía borbónica con el rey Juan Carlos I, proclamado monarca en el año 1975. Con él llega la democracia, con algún que otro intento de desestabilización. El nuevo rey toma la decisión de no alojarse en el Palacio Real, como sus antecesores. Una amplia casa a las afueras de Madrid será la nueva residencia oficial: el Palacio de la Zarzuela.
La monarquía parlamentaria se recoge en la Constitución de 1978 que a día de hoy sigue vigente. Desde entonces, distintos partidos políticos se han ido alternando, ya sea en el gobierno de la nación, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos, gracias a las elecciones que nos da derecho a los españoles a votar cada cuatro años.
Información extraída de la página del Principado de Asturias - http://www.asturias.es/
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